Tránsito (II)

[Esta historia viene de aquí.]



El lugar, de planta rectangular está delimitado por las fachadas de los edificios que se erigen en torno al espacio abierto. El frío rebota en todas partes, es imposible guarecerse de él. El quiosco que impide que la luz diurna lama por completo el suelo, interponiéndose entre su fuente y éste, queda en primer término, a la derecha. El resto del paisaje no tiene importancia.

-Buenos días, bonita.-Se produce el saludo con tono que reluce familiaridad. Han sido muchos años; “yo te conozco desde que eras así” –acompañando las palabras con un gesto que sitúa la mano en paralelo al suelo, a escasa distancia de éste-, “de niña tu mamá te compraba esto”, “pero cómo has crecido”, “y cómo te van los estudios”.

-Hola. –la respuesta va acompañada de una sonrisa, correspondiendo la cercanía en el trato.- Me llevo el periódico, por favor.- Mientras se rebusca las monedas atrapadas en ese diminuto bolsillo del vaquero que se supone ideal para llevar las monedas. El abrigo algo remangado por el bajo para poder acceder al pantalón con los dedos índice y corazón y así escarbar en la abertura que alberga el dinero.

-Ten, hija. Cuidado que hoy viene con muchas cosas, no se te vaya a caer alguna por el camino.- El grueso montón de papeles plegados con revistas y folletos entre las páginas es colocado en la encimera del quiosco. Como siempre. -¿Lo encuentras?

-Sí, sí. Ya está.- Arrastrando las monedas por la pared que forma la tela del bolsillo contra el muslo, logra sacarlas, una a una. Al recogerlas con los dedos restantes y pegarlas a la palma una cae al suelo. Se agacha a recogerla, acuclillándose. Permanece unos instantes ahí abajo, fijándose en el granito; pensando en las veces que ese mismo suelo ha cambiado de forma. Pensando en cómo era al principio de sus tiempos, los de ella. 

 –Perdona,  ya lo tengo.- Primero suelta las monedas y a continuación pliega en forma de U el periódico. Es un movimiento automático que lo prepara para colocarlo bajo el brazo y asirlo así sin dificultades.- Hasta mañana.- una última sonrisa y comienza a caminar.

Los recuerdos asociados a ese sitio se han visto engullidos por esa mezcla de granito y cemento que lo inunda todo. Lo detesta profundamente.

Un momento.

¿Por qué ocurre todo en tercera persona si se trata de mí? Gestionar la identidad en los sueños resulta a veces un poco confuso. Es igual. Me situaré.

Lo detesto profundamente. Ahí me había quedado. Me asquea este paisaje muerto e impersonal, desprovisto de todo lo que quise y de todo con lo que disfruté alguna vez. Decido distraerme mirando el periódico, si este dolor de cabeza me lo permite.

Desdoblo el manojo de páginas para intentar repasar esa actualidad que se me antoja tan lejana en este día.

No sé qué pasa. Esto es más grande que de costumbre, me resulta muy complicado abarcar las páginas, poder extenderlas. Y están creciendo. Cada vez las páginas son más grandes.
Grito, intentando tirar ese gigantesco periódico que parece querer comerme, cuando las frases de tinta comienzan a despegarse del papel. Son como cadenas que buscan aferrarse a mí. Es todo tremendamente pegajoso.

Forcejeo con las páginas de actualidad económica, jadeante. Me niego a que la sociedad de la información acabe conmigo en el día de hoy, maldita sea. Las cotizaciones al cierre de bolsa del día anterior intentan trabarme los tobillos, enroscándose como serpientes. Tengo que deshacerme de ellas a pisotones. Es una situación asfixiante y me estoy agotando.

No sé cómo, pero logro echar ese endiablado diario a un lado cuando iba a desplegar la artillería de los deportes. Echo a correr de nuevo. Demasiadas carreras y encontronazos para una sola jornada. Mientras atravieso esa plaza impersonal a trompicones, tengo un instante para alegrarme, a pesar de las circunstancias, de que no haya nadie por ahí que haya podido divisar tan ridículamente peligrosa situación.

La adrenalina me golpea las sienes en forma de pulsaciones, uniéndose al dolor de cabeza. En esos momentos no resulta tan molesto, claro. Sólo me ocupo de buscar una salida a ese lugar, sin mirar atrás. Por si le da por volver.

¿Va a ser así todo el camino?


[continuará]


Sin título (2009)

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